Hoy los europeos deberíamos sentirnos un poco más tristes. Seguro que no lo
has visto mucho en los medios, porque no interesa, pero ayer se aprobó el
CETA.
Seré un poco didáctico… El CETA es un tratado de comercio e inversiones entre
la Unión Europea y Canadá. Este tratado se ha negociado de un modo
absolutamente opaco y su articulado quedó listo para su ratificación por parte,
al menos, del Consejo Europeo y del Parlamento Europeo en 2014.
Este acuerdo, como el TTIP
(USA), implican, por lo que ha trascendido, que curiosamente en el siglo XXI no
es mucho, una bajada generalizada de los
estándares europeos con la consiguiente disminución de protección laborales,
sociales, ambientales o culturales. Una desprotección del ciudadano con cosas
tan determinantes como la ampliación de la duración de las patentes farmacéuticas
y una pérdida de soberanía con cosas tan “inocuas” como los tribunales de
arbitraje privados, para cuando un estado miembro y una multinacional entren en
conflicto.
El CETA tampoco va acorde con la lucha contra el cambio climático. Incentiva
el transporte transatlántico, el fracking y frena la incentivación a la
producción de energía limpia.
Estos días, de tapadillo, habrás escuchado que no sé qué región belga
estaba paralizando la firma del CETA. Estos
belgas se rindieron ayer.
Hace un par de meses algunos políticos en el Parlamento
Europeo hicieron público el oscurantismo y las malas artes de la
negociación del TTIP.
Acuerdo que sólo podía ser leído en una sala blindada en Estrasburgo. Esto hizo
que gracias a protestas ciudadanas se paralizase su aprobación. Casualmente
unos meses después y con mucho menos ruido, se ratifica este tratado,
teóricamente con Canadá (imaginaos la multitud de empresas estadounidenses con
filiales canadienses) y que seguro en poco tiempo habrá abierto el camino al
hermano mayor.
Me preguntan habitualmente por qué me opongo a estos tratados, cuando la pregunta
es la contraria. ¿Por qué mi Gobierno tiene que aprobar unos tratados tan poco
transparentes? ¿Por qué los ciudadanos europeos no tenemos derecho a saber qué
dice ese tratado?
Esto ha pasado de puntillas, y sí que es una verdadera pérdida de soberanía…
pero tiene menos de comedia y al final el gol… nos lo mete el establishment,
todos contentos.
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