lunes, 20 de mayo de 2019

El enésimo artículo sobre la atomización de la izquierda.


“Lo de las tres listas electorales de izquierdas para la Comunidad de Madrid es un dislate”, oía yo hace unos días en alguna de las miles de tertulias que afloran en este periodo electoral como setas. No estoy de acuerdo.
Las listas electorales son el reflejo de la vida misma. Las nuevas tecnologías ayudan a la movilización y a ganar adeptos que conforman movimientos y movimientos que conforman partidos, es lógico, el bipartidismo al toque de “prietas las filas” ya perdió el sentido.
La izquierda es así, la izquierda es librepensante, diversa, discutidora, es algarabía. La izquierda es el anticapitalismo de Urban y Teresa Rodríguez, es el comunismo de Marinaleda, el tacticismo de Pablo Iglesias, y hasta la transversalidad de Errejón. Todo ello es izquierda.
Un dibujo más que ilustrativo de www.pinterest.es 

No hay que buscar al que tenga que llevar la bandera, no hay que buscar al izquierdista más puro, esto no está en liza. Esa es una lucha vacía. En liza está el mostrar a la ciudadanía que encajan en alguno de todos estos proyectos, que los que están con ellos en las manifestaciones de los mineros, de Alcoa, de Coca Cola o de Airbus, aunque sean incapaces de unirse en una lista electoral, les representan y luchan por sus derechos, por sus ideas y por un futuro mejor para ellos. Y claro que encajan.
No hay que tener miedo a reconocer que de una discusión interna sale, aunque con cierta traición y alevosía, un movimiento que se queda con lo más comercial y quizá acomodado de Podemos, es respetable y ellos, con matices, también son izquierda.
No hay que vender esto como división, sino como riqueza intelectual y superioridad política. Hay que aprovecharlo y no mostrarse al ciudadano como divididos, sino como diversos.
Sólo pediría un poco de inteligencia táctica. La aritmética electoral daña claramente esta diversidad en algunas elecciones, y eso se está teniendo, siendo lo más confluentes posibles en las elecciones generales y diversos en las locales.
Lo dijo Laporta, “no estamos tan mal” y en la lucha de clases, en la igualdad de derechos, en el reparto de la riqueza, en el feminismo, en el ecologismo y en la universalidad cabemos todos. Como dijo Bob Pop en ese vídeo viral con Buenafente, "No permitamos que sólo los más favorecidos sean los únicos que tengan conciencia de clase".    

lunes, 1 de abril de 2019

Watergate en el WC.


Hacía tiempo que no escribía, la verdad es que esto del blog es una cosa tan personal, que depende mucho de las ganas que tengas, y ahora tengo ganas de volver a escribir… la verdad y sin ser muy misterioso, ganas de muchas cosas, sobre todo de reactivarme, así que al lío.
Y creo que no hay mejor cosa que reavivar este blog con lo que tendría que estar abriendo las portadas de todos los periódicos desde hace una semana, pero que esa paradoja constante que es este país, lo impide.
Hace una semana la Audiencia Nacional citó al Secretario General de un partido político, el tercero en número de votos y diputados en el Congreso de los Diputados, como damnificado de una red oscura de invención de pruebas por parte de policías corruptos que fueron publicadas al dictado por un medio digital.
Los policías, y el Comisario que les mandaba, estaban a las órdenes directas del Ministerio del Interior, y el medio digital recibió un crédito de 300.000 euros para su fundación medio año antes.  
Ahora, ponedle la cara que queráis al político.
Este caso, en cualquier país del mundo, debería monopolizar portadas, especiales y magazines dominicales, telediarios y documentales especiales en todas las cadenas de radio y televisión. Pero no.

Es un escándalo de primera magnitud. Es la constatación de que el Gobierno en el poder movía hilos (y Fiscalías) para dañar a sus rivales políticos. La prueba de que algo oscuro hace unirse a PP, PSOE y Ciudadanos para evitar comparecencias de Villarejo en las comisiones del Congreso. Que los poderes fácticos tienen sus voceros a sueldo.
Los periodistas siguen compartiendo tertulias y entrevistas con el periodista señalado. Periodista que está crecido, envalentonado, sabiéndose intocable. Los periodistas, ese gremio tan corporativista cuando les tocan, siguen arrastrándose en tertulias al lado del funesto personaje. Los periodistas siguen con sus líneas editoriales paniaguadas y silencian la noticia, arrastrando el prestigio de la profesión por un suculento puñado de euros.
Ahora, al político espiado, sólo le digo que pase página, que esto en España no importa. Ni importa, ni nadie le va a dar más cancha al asunto, ni siquiera los pocos que hasta ahora han hecho algo de periodismo. Los españoles seguirán pensando que a Pablo Iglesias le pagó Venezuela y que Irán financia a Podemos.
Las orejeras están ya puestas. Las bocas y las plumas de los periodistas amordazadas con cordeles de euros. El tiempo pasará y con la perspectiva del tiempo veremos la magnitud del escándalo y lo contaremos a nuestros hijos. En España, con este periodismo, el Watergate hubiera acabado publicado en la parte de dentro de la puerta de algún baño de Malasaña.