lunes, 3 de octubre de 2016

Lastimosamente, los urbanitas dijeron no.




En un domingo con importantes citas con las urnas a lo largo del planeta de mayor o menor calado; referéndum en Hungría sobre la política migratoria de la UE, elecciones municipales en Brasil… el referéndum sobre el proceso de paz de Colombia, es el que se ha llevado casi todos los focos mediáticos.
A esta hora supongo que nadie ignorará que ganó el NO (50,21 % contra el 49,78 %). El NO a los acuerdos de paz negociados durante casi cuatro años en La Habana entre las FARC y el Gobierno de Colombia.
Lo primero a destacar, más de un 60% de abstención. ¿Será abstención de hastío? ¿De desconocimiento? ¿De incredulidad? Porque me resisto a pensar que sea de indiferencia cuando el proceso se ha llevado un gran número de víctimas por delante en todo el país.
Lo segundo y creo que lo más cruel, es que las verdaderas víctimas, los que han sufrido el conflicto más de cerca han votado masivamente el SI. Lo muestran las cifras de votaciones en municipios históricamente asediados por el conflicto. En Bojayá, donde en mayo del 2002 un enfrentamiento entre guerrilleros y paramilitares mató a 79 personas en una iglesia de ese municipio, este domingo el 96 % de la población votó por el Sí, y solo el 4 por ciento restante por el No.
Y como contrapartida, es en las zonas urbanas, donde la lucha partidista está más presente, donde ese tema se ha dejado de lado (el tema de las verdaderas víctimas, me refiero) para votar pensando en política.

A los que han votado el NO hoy, en su amplia mayoría, con su culito en las grandes ciudades, no les vale este pacto ni ningún otro que proponga Santos, porque la idea es debilitarle como presidente. Sólo hay que ver el resultado en Medellín, patria chica de Uribe, rival político de Santos y del conflicto y enemigo de cualquier negociación.
Ahora la situación es incierta. Santos, ciertamente ha quedado muy debilitado, y el proceso de paz… pues no lo sé, no sé si vive o está finiquitado. Una pena que haya habido ciudadanos que hayan dejado en casa su traje de colombiano y se hayan puesto la camiseta de su partido para ir a votar el final histórico de un conflicto.

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