martes, 16 de febrero de 2016

Cuestión de libertades.

¿Somos de verdad libres aquellos que nos sentimos libres?
No quiero que la frase suene a filosofía barata, aunque me temo que tiene un tonillo bastante próximo, ¿verdad? Sino que lo que quiero es que me sirva de bastón para reflexionar un poco sobre cómo tras alcanzar un cénit de libertad en un momento que ni yo, ni creo que nadie, sabría cifrar, lo vamos perdiendo poco a poco. 

Lo perdemos con leyes que lo coartan, leyes que los estados tienen unas irrefrenables ganas de promulgar que van desde la mutilación del derecho de manifestación, o la prohibición de fotografía cualquier tipo de represión policial o incluso policías mal aparcados a aquella que leí hace unos meses que me dejaba bastante boquiabierto en la que la Fiscalía de la Audiencia Nacional reformulaba el sentido del mítico ReTweet de la red del pajarito, buscando una aprobación implícita del proto-delincuente en el simple hecho de hacerse eco de la opinión de otro.
Me resulta curioso, simplemente curioso, sin ir más allá, hoy de veras que no me apetece, que desde que ETA dejó de matar, se hayan multiplicado por 5 el número de denuncias por enaltecimiento del terrorismo. ¿Acaso cuanto más decrece la trascendencia de un asunto, por muy terrible que sea, más importantes son las opiniones sobre el mismo?
Y no voy a quedarme en esta reflexión aparentemente antisistema y que muchos de vosotros estaréis relacionando con el asunto de los famosos titiriteros.
Yendo un poco más allá, no somos libres en el momento en que estamos controlados en a cualquier hora por la tecnología. Tampoco voy a hacer un alegato contra el progreso, pero a fe que coarta la libertad el estar teniendo un cuidado extremo cuando usas un ordenador, o cuando apagas con reiteración la opción de geolocalizarte de tu teléfono móvil…  
Nos controlan y eso nos reduce la libertad, aunque pensemos que la tenemos plena. Nos controla nuestro estado y nos controla hasta Google, al final lo que creo es que nos gusta no sentirnos libres, al final ambas cosas son producto de nuestra “libre” elección.  

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