martes, 9 de mayo de 2017

Como país, estamos muertos.



Estaba el sábado noche vagueando un poco, de relax, esperando que empezase el domingo, cuando se me cruzó en la televisión una entrevista de Julio Anguita en el programa nocturno de los sábados de La Sexta.
Hubo una frase que captó mi atención, creo que llena de razón, que venía a decir algo así como  "No soy optimista con el futuro de este país si la gente no se mueve".
Por rápido silogismo; como país, estamos muertos.
Después de ver cómo estamos en un vertiginoso descenso del derecho de los trabajadores, donde la clase media está desapareciendo y donde nuestra economía en temas de distribución de riqueza cada día es más parecida a la de cualquier país centroamericano que al de uno centro europeo… si aún no ha pasado nada, la cosa ya está clara. El pueblo no se va a mover, mitad porque no saben, mitad porque no quieren. 

Según el informe Gestha realizado por los técnicos del Ministerio de Hacienda cerca de la MITAD DE LAS PERSONAS QUE TRABAJAN NO LLEGAN A LOS 1.000 EUROS MENSUALES. Este dato empuja a pensar automáticamente que trabajar no implica salir de la pobreza, y así es.  En concreto, el 47 % de los trabajadores españoles tenían en el año 2015 unas remuneraciones por debajo de ese límite. Desconozco por qué salen ahora datos de hace un año y pico, pero intuyo que en 2016 el cambio no sería muy radical.
Con este dato en la mano, y viendo las reacciones del personal, está claro que no hay voluntad de cambio. España, piensa en otras cosas, en las que quieren que pensemos… En los catalanes, en Venezuela, en Gibraltar, en los moros, en qué sé yo….
Mientras tanto, pues estamos orgullosos de tener los mejores chiringuitos de playa de Europa, y los campos de golf que más facturan, de ver marchar a nuestros investigadores y del Madrid y del Barsa… Añadiría a la frase de Anguita algún detalle más en negativo. Si no nos levantamos, si no consideramos esto una aberración, nos estamos mereciendo esta conversión en economías de extremos.
No sé, me costaría mucho mirarle a los ojos a nuestras siguientes generaciones y decirles que nos pareció bien el mileurismo para ellos, y que si quieren más que el mundo está lleno de países para trabajar.

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