Corría el 1988
y ENDESA, la gran empresa pública eléctrica española surgida a base de ir
fusionando durante muchos años el sistema local productor y transmisor de
energía, era 100% pública.
Es en ese año cuando el gobierno de Felipe González
abre el melón de
la primera privatización parcial de ENDESA. El listado de justificaciones
comenzaba por falta de dinero del Estado, seguía con contundentes argumentos
como que era lo normal por allá fuera, el futuro y una petición de
desregulación que venía de Europa y decían
que abría la puerta a la competencia trayendo un servicio más barato y de mejor
calidad.
Aznar remató la jugada y en 1998 ENDESA ya no tenía
nada de capital público en su accionariado. En 10 años, el monstruo público de
la electricidad en España se había vendido a manos privadas. Ahora, para quien le
interese, es una subsidiaria al 70% de la empresa energética italiana Enel, a
través de Enel Energy Europe. Que a quién pertenece Enel, pues a fondos de
inversión, donde fortunas de diferente tamaño vampirizan el dinero de los
españoles.
Después de todo esto, ambos presidentes acabaron, años
más tarde, en puestos de administración de empresas eléctricas ya privadas (Aznar
en Endesa y González en Gas Natural), pero pensaremos que esto es
casualidad.
Hoy, menos de 30 años después, ENDESA, junto a
IBERDROLA y Gas Natural conforman un oligopolio eléctrico que nos somete a una
de las tarifas eléctricas más caras de la Unión Europea y la normativa que
rige su política de precios bendecida por el Gobierno, parece hecha al dictado
de sus consejos de administración.
Las posibilidad de generar electricidad renovable y
recibir una prima por ello fue eliminada súbitamente hace menos de dos años (El
mítico ministro Soria, el de los papeles de Panamá, en 2015). Se penalizó el autoconsumo de
energía generada por medios renovables, y se legisló “ad hoc” para
limitar la capacidad de desarrollo de la industria renovable local, con cambios
retroactivos para las instalaciones ya operativas con el fin de asfixiarlas
operativa y económicamente.
Ahora, cuando salen excusas varias para poder cobrarte estos
días el Kwh a su precio máximo del año (que si Francia no tiene operativas sus
nucleares, que si no hay viento, que si la demanda…) las cuentas de esas oligarquías
económicas se llenan a costa del sufrimiento de muchos.
Claro que sí, es que es el mercado, es lo que me decís
muchos. Pero hay otra forma de hacer estas cosas, estoy seguro, otra forma que
tenga al consumidor como su eje, al menos en estos productos de primera
necesidad. Día tras día presenciamos cómo los poderes políticos tradicionales
se muestran más interesados en garantizar el beneficio privado que el bienestar
social, supongo que la amplia masa social que los apoya estará de acuerdo con
eso.
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