viernes, 20 de enero de 2017

Frío en tus cuentas, no en las suyas.


Corría el 1988 y ENDESA, la gran empresa pública eléctrica española surgida a base de ir fusionando durante muchos años el sistema local productor y transmisor de energía, era 100% pública.
Es en ese año cuando el gobierno de Felipe González abre el melón de la primera privatización parcial de ENDESA. El listado de justificaciones comenzaba por falta de dinero del Estado, seguía con contundentes argumentos como que era lo normal por allá fuera, el futuro y una petición de desregulación que venía de Europa y  decían que abría la puerta a la competencia trayendo un servicio más barato y de mejor calidad.
Aznar remató la jugada y en 1998 ENDESA ya no tenía nada de capital público en su accionariado. En 10 años, el monstruo público de la electricidad en España se había vendido a manos privadas. Ahora, para quien le interese, es una subsidiaria al 70% de la empresa energética italiana Enel, a través de Enel Energy Europe. Que a quién pertenece Enel, pues a fondos de inversión, donde fortunas de diferente tamaño vampirizan el dinero de los españoles.
Después de todo esto, ambos presidentes acabaron, años más tarde, en puestos de administración de empresas eléctricas ya privadas (Aznar en Endesa y González en Gas Natural), pero pensaremos que esto es casualidad. 

Hoy, menos de 30 años después, ENDESA, junto a IBERDROLA y Gas Natural conforman un oligopolio eléctrico que nos somete a una de las tarifas eléctricas más caras de la Unión Europea y la normativa que rige su política de precios bendecida por el Gobierno, parece hecha al dictado de sus consejos de administración.
Las posibilidad de generar electricidad renovable y recibir una prima por ello fue eliminada súbitamente hace menos de dos años (El mítico ministro Soria, el de los papeles de Panamá, en 2015). Se penalizó el autoconsumo de energía generada por medios renovables, y se legisló “ad hoc” para limitar la capacidad de desarrollo de la industria renovable local, con cambios retroactivos para las instalaciones ya operativas con el fin de asfixiarlas operativa y económicamente.
Ahora, cuando salen excusas varias para poder cobrarte estos días el Kwh a su precio máximo del año (que si Francia no tiene operativas sus nucleares, que si no hay viento, que si la demanda…) las cuentas de esas oligarquías económicas se llenan a costa del sufrimiento de muchos.
Claro que sí, es que es el mercado, es lo que me decís muchos. Pero hay otra forma de hacer estas cosas, estoy seguro, otra forma que tenga al consumidor como su eje, al menos en estos productos de primera necesidad. Día tras día presenciamos cómo los poderes políticos tradicionales se muestran más interesados en garantizar el beneficio privado que el bienestar social, supongo que la amplia masa social que los apoya estará de acuerdo con eso.

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