Cuando esos tertulianos de la tele, la inmensa mayoría a sueldo del “establishment”,
tienen a bien hablar de lo comunista que es cebar al poder público, y cómo es
de bolchevique lo de recurrir a lo que ellos llaman “papá Estado” para defender
los derechos básicos y proteger a los desfavorecidos, tienden a sufrir una
amnesia repentina cuando el Estado rescata a los “amigos del sistema”.
Nunca oímos crítica alguna cuando el Estado protegió
a las cajas, arruinadas por políticos megalómanos y corruptos, o cuando
como es el caso, el dinero público se regala a medias a constructoras y bancos
acreedores.
El tema del rescate
de las autopistas de peaje, es sólo el último de los capítulos, hasta
ahora, de cómo el mundo político se une al empresarial y al financiero para
hacer que la ciudadanía compense pérdidas de negocios ruinosos. ¿Cuál será el
próximo? ¿Por qué se abandona el adorado laissez-faire, cuando lo
que está en juego es, directamente, el dinero de los poderosos?
Este grupo de carreteras privadas que ahora se rescatan, es otro producto
más de la megalomanía política exenta de consideraciones técnicas, de la barra libre
con el dinero público. Carreteras que iban a ser milagrosas, con cálculos de
tráfico de ciencia ficción, y cuya construcción en tiempo record puso a
recuperar inversión antes incluso de lo previsto, hasta que la crisis las
desertizó y comenzó el “run run” de la necesidad de ser compradas por el Estado
(como
se comenta en este artículo de 2013), que se concreta ahora simulando un
grandioso regalo navideño.
Ahora vienen a decir que el rescate es para preservar los empleos que
estas penosas y deficitarias infraestructuras generan. Ya, 5.000
millones de euros, para los empleados, seguro, sin duda.
El capitalismo no eres tú, aunque lo apoyes y te veas tan feliz votando a
partidos que no les duele en absoluto regalar dinero público a manos privadas,
para las manos privadas de los más poderosos.
Por cierto, ¿dónde está ese férreo control parlamentario de la oposición
que iba a evitar cacicadas injustas? Os lo digo yo, no en los escaños de
Ciudadanos, ni en los del PSOE.
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