El jueves empezó, de nuevo, la campaña electoral de cara al 26J, unas
elecciones que aunque sea una frase muy manida, creo que van a ser históricas.
Y me hace mucha gracia, quizá más que la repetición de los argumentos 6
meses después, una dicotomía que se da en los partidos, e incluso en los
candidatos, en la búsqueda de los enemigos, aquellos contra los que argumentar
la campaña. Se ha demostrado, y seguro que en España más, que las campañas ya
no se hacen para sumar adeptos sino para recoger los votos en contra de
alguien.
Si bien el “establishment” tiene claro quién quiere que no gobierne,
los partidos se debaten entre el sentido comun y la visceralidad. Los ideólogos
de las campañas, que se bunkerizan entorno a sus comités electorales, aconsejan
a sus peones a atacar allá o acá, centrándose en enemigos que parecen algo
equivocados, escudándose en la errática demografía.
De mano, todos atacan a Podemos. Es lógico, la contrapartida contra el
cambio real es que todo siga igual y en esta tarea PP, PSOE y Cs están
ampliamente de acuerdo. Pero en sus particularidades está la curiosidad.
El PP sabe que los votos que tiene que recuperar son los que se fueron
a Cs, pero que para evitar la abstención en sus filas, tan escasa por otro
lado, tienen que azuzar el fantásma venezolano-iraní de Podemos. Los pensadores
les incitan a instigar a Ciudadanos, por entregar votos de derecha a Sánchez,
pero ay, lo que nos gusta el discurso
ese de la unidad de España y la ETA y Maduro y Tsipras.
Ciudadanos al PSOE ni mencionarlo, y aspiran a no perder muchos votos
anteriormente populares, justifican su
existencia y sus financiaciones con viajes ridículos a tierras caribeñas y
aunque saben que a Podemos es difícil que les arrebaten votos, es realmente lo
que les pone.
Y el que más perdido anda, como en los últimos meses, es el PSOE. Se
cree capaz de pescar votos en todos los caladeros, pero lo que sabe a ciencia
cierta es que lo que tiene que hacer es minimizar la fuga de agua. Así dan
golpes a todos, con la misma virulencia, excepto a Ciudadanos, compañeros de
viaje en el “engaño a la izquierda” de las investiduras fallidas.
Podemos tiene los enemigos claros, y son la derecha, tanto la azul como
la naranja, y al PSOE, la mano tendida. Sabe que su apoyo es imprescindible para
poder gobernar.
Pues así va a ser la campaña, señores. Y sobre esas líneas los debates
que se den en los medios de comunicación, al final la decisión en menos de 15
días.
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