Las bicicletas de La Vuelta España han recorrido estos días no solo carreteras y paisajes, también un campo político y ético que muchos preferirían silenciar. Las protestas en apoyo al pueblo palestino, que interrumpieron varias etapas, han sacudido un evento deportivo que parecía blindado contra la realidad.
La imagen de aficionados alzando pancartas y cortando el paso del pelotón no ha sido una anécdota: es un grito de urgencia. Desde hace más de dos años, aunque realmente habría que ir hasta 70 años atrás, la ofensiva israelí sobre Gaza acumula ya cifras insoportables de asesinados y desplazados. Hablar de genocidio no es un exceso retórico, es una constatación de la dimensión de la barbarie. En este contexto, quienes decidieron arriesgarse a la represión policial y al rechazo mediático para visibilizar lo que ocurre en Palestina han mostrado una valentía que merece reconocimiento.
Resulta significativo que, frente al apagón y la tibieza de buena parte de la prensa, haya sido RTVE la que se atrevió a mostrar imágenes de las protestas en directo. No es habitual en los medios mostrar las protestas y en esto RTVE ha sido una digna excepción. En un panorama donde muchas redacciones siguen más preocupadas por no incomodar a sus patrocinadores públicos que por contar lo que pasa, este gesto se vuelve casi heroico.
También hemos visto cómo ciertos políticos, incapaces de empatizar con el dolor palestino, han reaccionado con desdén, acusando a los manifestantes de “instrumentalizar el deporte”. El ridículo es evidente: ¿acaso el deporte no ha sido siempre escenario de luchas sociales y denuncias políticas? Desde los guantes negros de Tommie Smith y John Carlos en México 68 hasta el boicot contra el apartheid sudafricano, la historia demuestra que las grandes competiciones nunca han estado aisladas de las injusticias del mundo.
En cuanto al Gobierno de España, cabe reconocer que por fin ha tomado partido en la dirección correcta, pero el retraso en subirse a este carro le resta credibilidad. Durante meses, mientras se multiplicaban las evidencias de crímenes de guerra, el Ejecutivo vacilaba, atrapado entre la presión internacional y el miedo a las consecuencias diplomáticas. Hoy, en el momento en el que la sociedad civil ha apretado un poco es cuando la solidaridad con Palestina se ha vuelto ineludible, su voz llega tarde, aunque aún necesaria.
La Vuelta de este año no será recordada solo por sus ganadores. Quedará también en la memoria por esas interrupciones incómodas que nos recordaron que, mientras unos pedaleaban por la gloria deportiva, en Gaza se luchaba por la supervivencia. Y eso, por más que intenten silenciarlo, no lo va a borrar nadie.
El pueblo saharaui ya no interesa ¿no?. La izquierda es muy bondadosa siempre que el hecho se alinee con sus intereses. ¿Matanzas de cristianos en Nigeria? eso no. Sánchez ya tiene su particular “no a la guerra” para ver si cuela y de paso generamos tensión, como decía zapatero. ¿eurovisión? échale huevos y saca a España del mundial de fútbol en el caso de que se clasifique israel. ¿Para cuándo una columna de opinión denunciando la parasitación de la justicia, medios de comunicación y cualquier otro contrapeso del estado?
ResponderEliminar