Quedan dos años y algunos meses para las próximas
elecciones importantes, (hablo de las autonómicas y municipales) y eso desocupa
tertulias políticas y columnas en periódicos. Como ha pasado en otros tiempos,
tras unas generales, los partidos buscan reinventarse en congresos y
convenciones.
A este proceso anda la prensa dedicándole el tiempo con
mayor o menor maldad. Y como casi siempre, el foco de los debates está en la
izquierda. Es lógico, la derecha, (en sus varias acepciones) tienen muy claro
lo que tienen que hacer y su debate ideológico es escaso.
Radica la maldad de la que hablaba antes, en eso de querer
equiparar los debates internos que ahora mismo mantienen el PSOE y Podemos.
El debate en Podemos es pueril y personalmente creo que
calculado. Las decisiones sobre qué debe ser Podemos en el futuro está claro y
ellos lo tienen claro. Tiene que ser lo que hasta ahora; urbanita,
reivindicativo, y entendiendo las distintas identidades de este país. Lo otro, que
si “errejonistas”, que si “pablistas”, es un debate menor, que habla sobre
personas, más que otra cosa y quizá si sobre debe intentar ser algo más
transversal. Que sirve para estar en los medios, para desatar el ingenio con
videos y mensajes y también para mostrar demasiados personalismos que a la
gente no gusta. Pero al fin y al cabo es un partido que tiene sólo 3 años de vida…
tiene aún que fundarse.
Lo que pasa en el Partido Socialista es otra guerra.
Tenemos al sistema, y a aquella bendecida por Felipe y los poderes oligárquicos
del estado intentando convencer a la militancia y a sus votantes que son ellos
los que estuvieron y están equivocados. Que el “no
es no” que le gritaban a Susana ayer en León, es un delirio de extremistas.
El PSOE no creo que tenga solución y está abocado a ser un partido regional
andaluz, extremeño incluso, si me apuras. El
movimiento de Patxi López de ofrecer una especie de tercera vía, que haga a
Pedro Sánchez abandonar su carrera por ser reelegido como Secretario General,
no es más que eso, humo programado.
Obviamente ambos debates no pueden ser equiparados, ni
por su contenido, ni por su violencia. El debate en la izquierda es muy común y,
para mí, enriquecedor incluso divertido. Seguramente, el querer poner el de
ambos partidos al mismo nivel será una orden que los peones del régimen están
cumpliendo a rajatabla.